miércoles, 12 de noviembre de 2008

He decidido entregarte la mitad de mi alma. Debo confesarte que es un alma usada y que solo puedo darte la mitad.

Sin embargo esta menos usada que este corazon.

Al resto lo fui dando por mitades a manos a veces ingratas pero siempre voraces.

No me apena dartela, porque supongo que siempre fue tuya, pero siento la necesidad de hacerlo, si acaso para conformarme, si acaso para convencerme de no haber gastado la otra mitad en quimeras.

No se si te sirva, no se si es lo que buscas. Pero no siento miedo de que la dejes guardada en algun cajon.

Te pido que la sepas usar y si no sabes como, me consultes. No tiene ningun manual, pero mas o menos la conozco y se de lo que es capaz.

Tampoco me pienses tan generoso o ingenuo, como para darte semejante cosa y no pretender nada a cambio. Mezquinamente pretendo tu mitad.

El alma es algo que siempre se entrega por mitades. Yo mismo tengo el cuarto de servicio lleno de mitades de almas en desuso. Es un desperdicio, pero, la verdad, una vez usada no hay nada mas inutil que la mitad de un alma (ni nada mas ajeno) y lo grave es que sus otras mitades nunca las reclaman.

Y por mas que lo intenté no volvieron a darme el servicio que una vez me dieron. Debe ser igual con mis mitades ya repartidas.

Aunque no la quieras te la voy a dar. Yo no la necesito –ni quiero- si no la tenes vos.

No hay comentarios: